RESUMEN
En
el denso recorrido histórico en que han transitado nuestras sociedades, se han
constituido distintas formas de organización social que en su respectivo momento
han resuelto necesidades y facilitado el buen funcionamiento de tales
sociedades, por consiguiente, este dinamismo nos ha conducido por sistemas
económicos, sociales y políticos que conocemos como comunidad primitiva,
esclavismo, feudalismo, hasta situarnos en la disputa contemporánea entre el
capitalismo y el socialismo. Esta flagrante lucha de clase expone
explícitamente interrogantes que nos instan a reflexionar en cuanto a dónde van
nuestras sociedades actualmente y qué tipo de sociedad prevemos para el futuro.
En este sentido, el presente ensayo se enfoca en dejar contenidos de discusión
que nos conlleve a reflexionar sobre estas cuestiones, y para ello, se ha
retomado como punto de partida el valioso aporte del cristianismo primitivo en
materia de organización social, a partir del cual se ha realizado una amplia
reflexión que ha permitido discurrir entre qué ideología actualmente representa
los valores que el cristianismo nos heredó como modelo de vida para construir
sociedades basadas en la solidaridad, cooperación y justicia social.
Palabras claves: Cristianismo,
Justicia social, Modelo, Neoliberalismo, Socialismo.
INTRODUCCIÓN
Las
coyunturas emergidas en los distintos tiempos históricos han permitido que en innumerables
sociedades surjan diversas formas de organización social, política y económica que
en su momento les ha permitido resolver sus problemas, establecer una base de relaciones
sociales interdependientes, formular sus propios sistemas de valores, crear una
estructura jurídica peculiar y garantizar principios económicos elementales en
función de satisfacer las necesidades de ciudadanos y ciudadanas; todo esto, a
fin de abonar a la constitución de un sistema de organización que favorezca el
buen funcionamiento de la sociedad y privilegie el bienestar y el buen vivir de
todas y todos los ciudadanos.
En
este denso recorrido histórico y extenuante proceso de búsqueda de un sistema
que solvente las necesidades de todos sin afectar los privilegios de nadie, la
humanidad ha trascendido de un sistema a otro, desde la comunidad primitiva, el
esclavismo, el feudalismo, hasta la disputa contemporánea entre el capitalismo
y el socialismo, emergiendo en todos estos el nicho común de la lucha de clases como motor espontáneo de
reorganización social, siempre con el tenor de los más indefensos y
desposeídos, que por desventajas heredadas, no han logrado embarcarse entre las
cúpulas dominantes pero sus reivindicaciones sí han hecho posible el dinamismo
de la historia. Este fenómeno repetitivo históricamente deja abierto un
tremendo bagaje de preguntas que podrían condensarse en: ¿Hacia dónde van
nuestras sociedades actualmente?, y ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo?
Independientemente
a esto, no se ha logrado trazar un modelo universal que conduzca a las
sociedades hacia un mismo diseño y modo de organización social, todo parece
indicar que nuestra realidad nos sitúa ante un sistema multipolar basado en las
realidades sociales, geográficas, históricas, políticas, culturales y
económicas de cada contexto. Sin embargo, a expensas de estos vaivenes sujetos
a la dialéctica de la historia, en el presente ensayo se ha retomado la
experiencia vívida del cristianismo, no solamente como doctrina espiritual, más
bien, visto desde un punto de vista de lo que nos ha heredado en materia de
organización social. Para ello, se ha retomado propiamente al pasaje bíblico
situado en Hechos 4.32-37, en donde se nos desvela como herencia, interesantes
pautas y principios de organización social que deben regir una sociedad
permeada con los valores y el modelo de vida del cristianismo.
No
obstante, el presente ensayo analiza este momento histórico del cristianismo, y
extrae de él, nociones básicas de organización social que seguramente en el
transcurso del escrito sabremos dilucidar de qué corriente ideológica
representan esta noción cristiana en la actualidad, y qué corriente ideológica
toma distancia de estos preceptos religiosos.
DESARROLLO
Recientemente,
el pasado 15 de enero con la conmemoración histórica del 50 aniversario de la
inmolación del poeta de las catacumbas Leonel Rugama, venía a mi memoria el
poema “Como los Santos”, en el cual Leonel convida a los trabajadores de todos
los oficios y de todos los sectores económicos marginados de nuestra sociedad, háblese
de carretoneros, carboneros, del chofer, taxista, camionero, busero, soldador,
zapatero, afilador de cuchillos, vende chicles, vende bolis, vende agua, de los
ciegos pide limosna, verduleras, fritangueras, sirvientas, cantineras y
espiritistas inclusive (Biblioteca Omegalfa, 2018), a ellos y a hermanos y
hermanas de demás oficios, Leonel los insta a conocer la vida en las
catacumbas, símbolo de resistencia y constante lucha contra la dictadura
somocista, asimismo como fueron las catacumbas cristianas ícono de resistencia
indómita ante el incesante acechamiento de las hordas romanas.
Así
pues, cito a Leonel porque entre la lucha cristiana y la lucha revolucionaria
gestada desde Sandino hasta el triunfo de la Revolución Popular Sandinista en
1979, existe mucho paralelismo y una herencia en temas de organización y modelo
de vida que en otro momento podríamos dilucidar con mayor hondura, ya que lo
que se pretende plantear en el presente escrito, a manera de discusión para
creyentes cristianos, académicos, personas interesadas en temas políticos y
lectores asiduos en general, es el modelo de vida que, en medio de la persecución
y el acechamiento constante, los cristianos asumieron como conductas y valores ante
esa coyuntura histórica, al igual que lo asumieron los revolucionarios en la
clandestinidad.
En este sentido, estos primeros cristianos en los albores de la primera década de nuestro
calendario gregoriano, se agruparon como predicadores del evangelio a raíz de
la muerte y resurrección de Cristo, y plantearon
esenciales principios, códigos de conductas y normas de vida que surgieron de
manera natural en el contexto de la persecución romana, los cuales se
evidencian en el escenario descrito en Hechos 4.32-37 (Reina Valera, 1960), del
cual extraemos una enorme herencia en materia de organización social que a
continuación se puntualiza:
- La población era de un corazón y un
alma (Reina Valera, 1960, Hechos 4.32).
- Ninguno decía ser propio nada de lo
que poseía (Reina Valera, 1960, Hechos 4.32).
- Tenían todas las cosas en común (Reina
Valera, 1960, Hechos 4.32).
- No había entre ellos ningún
necesitado (Reina Valera, 1960, Hechos 4.34).
- El precio de algo vendido se traía
a los apóstoles y se repartía a cada uno según su necesidad (Reina Valera,
1960, Hechos 4.34-35).
A
partir de estas prácticas sociales presente en el cristianismo primitivo, dejo
suelto algunos cuestionamientos concretos sobre la disparidad evidente de los
valores heredados del cristianismo, y los valores que traslapan las arengas
eufóricas de ideologías y partidos políticos de derechas que con su proyecto
neoliberal insisten en llevar felicidad, prosperidad y desarrollo a nuestros
pueblos. A ellos interpelo y les digo lo siguiente:
- ¿Acaso su posición libero-burgués les permite empalmar en las necesidades del pueblo y construir un programa político, económico y social que responda a esa alma, a ese sentir y a ese corazón del pueblo popular? Es notorio que su posición social y ubicación geográfica de sus residencias distan mucho de las del pueblo, es decir, no comparten el mismo corazón y la misma alma del pueblo (Reina Valera, 1960, Hechos 4.32). Por eso, fácilmente podemos responder para quién gobernaron en sus 16 años de neoliberalismo.
- Reflexionemos, ¿Qué tipo de
comunidad avizoraba el cristianismo primitivo para el futuro: una sociedad
fragmentada en clases sociales profundamente desiguales, o una sociedad basada
en los conceptos de equidad, cooperación amistosa y ayuda mutua? No olvidemos
que “Ninguno decía ser propio nada de lo que poseía” (Reina Valera, 1960, Hechos
4.32) y todos “Tenían todas las cosas en común” (Reina
Valera, 1960, Hechos 4.32). Era un modelo de bien común que no se basaba en el
egocentrismo ni en la libre competencia en donde siempre terminan imponiéndose
los más pudientes.
- Preguntémonos: ¿Qué nos deja como ejemplo el cristianismo: la concentración de riquezas en pocos o la distribución de la riqueza según las necesidades de todos y todas?; dicho de otra manera, ¿Qué primaba como fin en las relaciones sociales: la cooperación económica como elemento indispensable para generar oportunidades de desarrollo, o la competencia como mecanismo de dominación para perpetuar el dominio de los más ricos sobre los más pobres?; cuando Lucas –su autor- claramente expresó que “No había entre ellos ningún necesitado (Reina Valera, 1960, Hechos 4.35), es precisamente porque compartían y distribuían equitativamente los bienes según las necesidades de todos y todas sin dar lugar a la avaricia, acaparamiento y acumulación perniciosa de los recursos. Es decir, todo lo contrario a lo que hace el neoliberalismo obsceno con su libre mercado y la concentración, acumulación y revitalización del capital.
- Y en cuanto a las mercancías y los medios de producción, ¿Cuál era el fin de estos en la sociedad cristiana: Generar ganancias o satisfacer necesidades? Literalmente el pasaje bíblico nos proporciona una valiosa herencia: “El precio de algo vendido se traía a los apóstoles y se repartía a cada uno según su necesidad” (Reina Valera, 1960, Hechos 4.34-35), es decir, se trataba de un modelo de Estado participativo y responsable socialmente, que tenía en sus funciones esenciales contribuir a la solución de las necesidades del pueblo, por lo tanto, no era un modelo de Estado elitista en donde se reduce su rol a su mínima expresión para evadir la responsabilidad y el compromiso social como suele accionar el neoliberalismo.
Sin
embargo, como antítesis a este modelo de vida de los primeros cristianos, surgió
un modelo usurpador, oportunista y arribista impelido por la profusa ambición y
la avaricia desmedida de dos rufianes y embusteros –seguramente con nocivos pensamientos
emancipadores-, quienes intentan engañar al Apóstol Pedro sustrayendo parte de
la riqueza generada por la venta de una heredad, a los cuales Pedro
tajantemente los increpa diciendo: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que
mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?” (Reina
Valera, 1960, Hechos 5.3). Porque la doctrina individualista expresada en la
apropiación de los medios de producción, en la concentración de la riqueza y en
la acumulación de capital es adversa a los preceptos cristianos, precisamente
porque no conducen a alcanzar el bienestar, el bien común, la paz y la justicia
social entre los miembros de una sociedad. No obstante: ¿Acaso en el
cristianismo era admisible la producción de plusvalía a costa de la explotación
de la fuerza de trabajo y del control de los medios de producción siempre de
los más pudientes sobre los más necesitados? No, y quienes osaron en quebrantar
ese modelo de vida solidario y complementario simplemente expiraron: Ananías y
Safira (Reina Valera, 1960, Hechos 5.1-11).
A
decir bien, la sociedad cristiana es ejemplo de organización social en medio
del acechamiento, la precariedad, la escasez y la ilegitimidad en que le
correspondió surgir –porque los romanos repudiaban los valores del
cristianismo-. Amplias reflexiones, profundas críticas, dramáticos escenarios
hipotéticos y severas posiciones sociológicas, políticas y económicas podemos
construir a partir del modelo de vida que desarrollaron los primeros cristianos
en aquellos bastiones geográficos, no obstante, es admirable cómo las
condiciones sociales de entonces: persecución, clandestinidad, represión,
opresión e intimidación, fueron factores auspiciadores para la constitución de
este modelo de vida; por eso con mucha contundencia Pablo ratificaba que “a los
que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Reina Valera, 1960, Romanos
8.28).
Esto
que hemos venido sosteniendo deja nociones claras que el modelo de vida del
cristianismo es totalmente incongruente con el neoliberalismo; con esa
ideología reticente patentizada –enmascarada- en una retórica de modernidad, desarrollo,
inversión, democracia, libertad, programas de ajuste y consenso, es decir, esa
ideología que se sustenta en un discurso opulento y precedido –por supuesto- de
una estrategia mediática afinadísima que lo convierten en una mercancía
apetecible, pero en realidad es una propaganda demagógica que margina al pobre
y enaltece al rico; porque en realidad el neoliberalismo facilita el proceso de
acumulación y concentración del capital privado, promueve la mercantilización
de todo lo que es intercambiable, utiliza al Estado como guardián y asegurador
de sus políticas económicas, privatiza los derechos sociales básicos como
educación, salud y vivienda –dicho sea de paso, esto es un gasto público no una
inversión social para el neoliberal-, privatiza los sectores estratégicos como
petróleo, electricidad, y agua, en fin, privatiza todo aquello que posea alta
rentabilidad económica (Serrano, 2015).
Contrario
a esta corriente ideológica que así como multiplica su capital multiplica al
proletariado, los proyectos de la izquierda revolucionaria en América Latina
han definido claramente para quién gobernar y qué modelo de sociedad construir.
En Nicaragua, ¿Acaso no es cristianismo construir 19 hospitales públicos y brindar
educación gratuita a 2.3 millones de estudiantes de todos los subsistemas
educativos del país en trece años de revolución? O por si fuera poco, ¿No es
parte del compromiso cristiano y solidario asegurar la merienda y la mochila
escolar a estudiantes de la educación pública, y sus respectivos materiales
didácticos al profesorado que se desborda día a día en la loable profesión de
propiciar la formación de ciudadanía de nuestros niños y niñas? (Franco, 2019).
Eso es ser de un mismo corazón y una misma alma (Reina Valera, 1960, Hechos 4.32),
porque como cristianos creemos que “El que le suple semilla al que siembra
también le suplirá pan para que coma, aumentará los cultivos y hará que ustedes
produzcan una abundante cosecha de justicia” (Reina Valera, 1960, 2 Corintios
9.10), es decir, tenemos constituido un modelo de gobierno con justicia social.
Además
de esto, en nuestro pueblo ya casi como un adagio popular repetimos
coloquialmente el segundo mandamiento de gran promesa: “(…) Amarás a tu prójimo
como a ti mismo (Reina Valera, 1960, Mateo 22.39). ¿Acaso no es amar al
prójimo, restituir sus derechos sociales y asegurar el pleno ejercicio de la
ciudadanía nicaragüense garantizando los programas sociales de Casas Maternas,
Centros de Desarrollo Infantil (CDI), Usura Cero, Plan Techo Solidario, Casas
para el Pueblo, Bono productivo alimentario, Programa productivo alimentario,
Bono para bachilleres, el 6% Constitucional para la Educación Superior, entre
otros? (Comité Ecuménico Latinoamericano por la Paz en Nicaragua, 2018). Porque
Nicaragua se ha apropiado de ese modelo de vida de los primeros cristianos
impulsando su modelo de gobierno basado en valores cristianos, ideales
socialistas y prácticas solidarias, en donde los valores de unidad,
cooperación, justicia social, equidad, fraternidad, amistad y cristiandad, es
la respuesta oportunidad y pertinente para construir la sociedad de los
primeros cristianos.
CONCLUSIÓN
Leonel
tenía razón, los sectores empobrecidos y marginados, las clases medias, los más
pudientes, la burguesía, el gran capital, los trabajadores, los obreros, los
profesionales, todos y todas, debemos ver hacia las catacumbas y construir
relaciones sociales como las de las catacumbas, asimismo, aprender a no explotarnos
unos a otros y, por el contrario, aprender a cooperar y ayudarnos entre
nosotros mismos. Los cristianos tenían razón: la acumulación del capital es
inhumana y anticristiana; la competencia genera desigualdad si no hay igualdad
de oportunidades y de condiciones para competir; el fin de las mercancías no es
solamente su multiplicación y sus respectivas ganancias, sino satisfacer
necesidades; las sociedades no se desarrollan natural y espontáneamente, se
necesita de la mediación apostolar del
ser humano para garantizar relaciones basadas en la justicia social, tal como
la garantizaban los Apóstoles; la justicia social es una lucha inalienable,
indeclinable y constante para construir sociedades en bienestar y con bien
común.
Finalmente
decir que, hemos anunciado frontalmente que en el gobierno del Frente
Sandinista el pueblo es presidente; que la lucha contra la pobreza es la única
guerra constante que los nicaragüenses estamos librando desde aquel histórico
10 de enero de 2007; que Nicaragua es Cristiana, Socialista y Solidaria porque
el plan de gobierno se fundamenta en la justicia social, en la equidad y en el
bienestar de todas y todas; hemos dicho que arriba los pobres del mundo
irrepetiblemente, precisamente porque gobernamos para los más desposeídos y
porque reivindicamos el cristianismo como modelo de vida y modelo de gobierno
para las familias nicaragüenses; con hechos concretos que dan validez a este
modelo, se ha aprobado un Presupuesto Nacional que destina más del 54% para la
reducción de pobreza a través de programas de subsidios, acceso a la educación
y cooperación para las familias más humildes de nuestro pueblo; y hemos
afirmado que iremos siempre más allá hasta agotar todos los medios posible a
fin de llevar la felicidad a todos los hogares nicaragüenses. ¿Acaso no
consiste en eso el modelo de vida que nos heredó el cristianismo?
BIBLIOGRAFÍA
Biblioteca
Virtual Omegalfa (2018). Entre los poetas míos… Leonel Rugama. Colección
Antológica de Poesía Social.
Comité
Ecuménico Latinoamericano por la Paz en Nicaragua. (2018). Informe Nicaragua Sandinista y Justicia Social.
Correa,
R. (2019, 12 de diciembre). Los enigmas del
desarrollo [Archivo de video]. Video dirigido a https://www.youtube.com/watch?v=eCpUPbyYACY
Franco,
F. (2019, 30 de enero). 12 grandes logros en 12 años de gobierno del pueblo. Visión Sandinista. Recuperado el 27 de
febrero de 2019, de http://www.visionsandinista.net/2019/01/30/12-grandes-logros-en-12-anos-de-gobierno-del-pueblo/
Reina
Valera (1960). La Santa Biblia.
Serrano,
A. (2015). América Latina en disputa.
República Bolivariana de Venezuela: Fundación editorial El perro y la rana.
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