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La invasión española: choque entre
culturas
La llegada de Cristóbal Colón al hemisferio
occidental en nombre de la Corona española es un hecho, pero evidentemente no
corresponde al primer contexto externo con este inmenso territorio que después
se llamaría América. Sin embargo, la llegada de Colón tiene un valor histórico
que nadie pone en duda, y dio paso a que posteriormente se llevara a cabo la
conquista y colonización, anteriormente, ninguno de los visitantes, que fueron
varios, tuvieron la capacidad para colonizar este hemisferio, ni traían ese
objetivo.
No obstante, con la llegada de los españoles en 1523
al territorio de la Nicaragua de hoy, se inició la resistencia indígena, que de
forma permanente se opuso al dominio del invasor. Muy lejos de ser un
“descubrimiento”, como dicta la historia convencional escrita y legitimada por
el opresor, fue un choque violento entre culturas, una lucha constante de
nuestros grupos originarios contra el colonialista español mantenida luego
durante los tres siglos que duró la dominación. Se caracterizó por ser un
período con un elevado costo en destrucción de vidas humanas a través de
guerras, trabajo pesado, genocidio y enfermedades desconocidas provenientes del
continente europeo, ante las que nuestro pueblo no poseía anticuerpos.
Cabe indicar que, los colonizadores llegados a estas
tierras no pertenecían a los ejércitos regulares coloniales, sino que eran
muchos de ellos ex convictos que buscaban una mejor posición económica y social
sin importarles el uso de formas o medios criminales para obtenerlas. Como
consecuencia, la resistencia indígena en Nicaragua fue una lucha armada,
acompañada de otras modalidades violentas y pacíficas, que de forma permanente
se realizaron en respuesta a la crueldad y explotación de los invasores
españoles y autoridades coloniales, y sobre todo a la defensa de su cosmovisión
y su tierra. A pesar de la superioridad militar española, esta resistencia
heroica deja al descubierto cómo el ejemplo de la lucha indígena contra el
opresor, marca la conciencia combativa de los pueblos de Nicaragua en busca de
justicia, patria y libertad.
A
expensas de esto, no se puede desconocer el mérito, desde el punto de vista
científico y humano, de la hazaña de Colón, de su coraje personal y de la capacidad
para aprovechar la escasa experiencia acumulada hasta entonces en cuanto a la
navegación oceánica. Sin embargo, no podemos omitir que Colón fue un hombre de
su tiempo y que llegó a América con la cruz y con la espada a tomar posesión de
todo lo que se encontraba, y como consecuencia de esto inició la conquista de
nuestros pueblos americanos, el desalojo de sus tierras, la destrucción de sus
civilizaciones, el exterminio de la población indígena, pues ¿Cómo vamos a
ignorar que las guerras, las matanzas indiscriminadas, la explotación más
feroz, hasta las enfermedades importadas de Europa, liquidaron a decenas de
millones de seres humanos en uno de los
procesos más sangrientos y dramáticos que registra la historia de la humanidad?
En este sentido, debemos hacer una conmemoración
crítica del hecho “descubrimiento”, porque la verdad es que lo que se trató fue
de la imposición de una cultura sobre otra. Ejemplo de esto fue el
repugnante comercio de seres humanos en virtud del cual, durante más de tres
siglos, incontables millones de africanos fueron arrancados a la fuerza de sus
patrias y sometidos a un régimen de trabajo brutal en las plantaciones y minas
de América.
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La doctrina Monroe
La
política expansionista norteamericana encuentra su mejor expresión en la
“Doctrina Monroe”, llamada así por la declaración en 1823 del presidente James
Monroe, con la finalidad de evitar que las antiguas colonias españolas de
América cayeran bajo el dominio de las potencias europeas, pues deseaban
reservar esta vasta zona como exclusivo campo de acción para la futura empresa
de expansión comercial en el contexto de su creciente poderío industrial y
económico. Su famosa idea declarada fue “América para los americanos”, que
inicialmente hizo suponer a nuestros pueblos que la nueva potencia surgía para
proteger la soberanía de Hispanoamérica de las amenazas europeas, pero en el
trasfondo, esto era un plan yanqui para apoderarse sin oposición de todo el
continente americano y someterlo a la hegemonía de Washington.
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El filibusterismo y la Guerra Nacional
Un
aventurero del sur, Byron Cole, logró entenderse con el Lic. Francisco
Castellón, presidente del gobierno provisorio de León, a quien convenció para
que contratara una fuerza mercenaria que, llegada de los Estados Unidos, le apoyara
en su lucha contra los granadinos conservadores con quienes se disputaban el
poder y el control de Nicaragua. Estas personas, a cambio de su apoyo
recibirían sueldo y tierras gratuitamente al finalizar la contienda. Cole
traspasó el contrato al notorio aventurero William Walker, quien ya había
adquirido experiencia filibustera en su intento por arrebatarle a México el
Estado de Sonora.
En
la guerra filibustera, Walker rompió con sus aliados liberales y logró
apoderarse de la ciudad de Granada, fusiló a dirigentes políticos de ambos
bandos y aumentó el número de falangistas y armamentos que le enviaban de los
Estados Unidos; así también, se proclamó presidente de Nicaragua en 1856 y
decretó el inglés como lengua oficial, además, Walker confiscó haciendas de
mestizos para entregárselas a individuos de raza blanca y ordenó el
restablecimiento de la esclavitud. Todo esto con apoyo y reconocimiento del
gobierno de los Estados Unidos, puesto que sus intereses comunes los congregaba
a librar una lucha común con el interés de apoderarse de la ruta del tránsito
transoceánico de Nicaragua y obtener mano de obra barata para la producción
industrial y el trabajo obrero.
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Diplomacia del dólar
Derrotado el gobierno de Zelaya, Estados Unidos
implementa la nueva política exterior denominada “Diplomacia del dólar”, la
cual consistía en el otorgamiento de empréstitos a ciertos países bajo
condiciones más o menos onerosas, con garantías oficiales que aseguraban a los
banqueros prestamistas una razonable protección por parte del Departamento de
Estado Norteamericano. Este la ejercía controlando, como garantía de las
inversiones, los ferrocarriles, telégrafos, bancos y aduanas de los países
prestatarios. Esta política, resultó ser una forma de dominación sutil, ya que
por la vía del endeudamiento y con la agresión militar en segundo plano, el
país pasaba a subordinarse política y económicamente al Departamento de Estado
norteamericano.
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Los pactos Dawson y el tratado Castrillo
Knox
Thomas
Dawson, al llegar a Nicaragua el 27 de octubre del 1910 como enviado especial
de los Estados Unidos luego del golpe de Estado a José Santos Zelaya, instruyó
a los líderes insurrectos nicaragüenses a firmar lo que se denominaría Pactos
Dawson, que incluía lo siguiente:
Elección temporal de un presidente y vicepresidente, en este caso, Juan
José Estrada y Adolfo Díaz; la negociación de un empréstito garantizado con un
porcentaje de los derechos de aduana; y un desembolso en concepto de préstamo
para el establecimiento de un banco administrado por banqueros yanquis, el
mejoramiento del ferrocarril que ellos controlaban, y la construcción de un
nuevo ferrocarril con dinero del país.
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Saqueo de los bienes nacionales a través
de empréstitos
El
8 de octubre de 1913, Nicaragua suscribió con los Brown Brothers un tercer
empréstito por dos millones de dólares. Se garantizó: con un gravamen sobre los
derechos de aduanas subsiguientes a los concedidos con anterioridad; con las
acciones prendadas del Banco Nacional y del Ferrocarril del Pacífico que
pertenecieran a Nicaragua. Además, el país vendió el 51% del capital del
Ferrocarril Nacional del Pacífico en un millón de dólares, y el 51 % de las del
Banco Nacional por 153 mil dólares. Como si ello no bastara, en caso de que la
“República” “deseara” vender sus acciones prendadas en el Banco y en los
Ferrocarriles, daría el derecho preferente de compra a Brown Brothers.
Al
final, los banqueros sencillamente se prestaron para pagarse a sí mismos, o
dieron dinero a cambio de apoderarse de los bienes del país. Entregaron 750 mil
a la República, 153 mil al Banco. Y eso fue todo. Pero adquirieron un crédito
por un millón 60 mil dólares, hipotecaron las aduanas administradas por un
agente suyo y se apoderaron del Ferrocarril y del Banco. Pagando todo,
Nicaragua salió debiendo un millón 60 mil dólares a los banqueros, perdió el
saldo Ethelburga, sus bancos y ferrocarriles pasaron a ser controlados y
manejados por los Brown Brothers.
En 1909 ocurre
el asesinato de dos norteamericanos de apellidos Cannon y Groce, culpables de
participar en acciones armadas contra el Gobierno de Nicaragua. Al respecto, el
Gobierno de los Estados Unidos dirige una nota conocida como “Nota Knox”, al
gobierno de Nicaragua, en la cual declara abiertamente el derecho de intervenir
en los asuntos internos de Nicaragua. Así en 1910, barcos de guerra de EEUU
intervienen a favor de los conservadores de Nicaragua, e imponen un gobierno
entreguista. Hacia 1912, el país es ocupado por millares de infantes de la marina
de EEUU, y Benjamín Zeledón emprende una lucha de resistencia en contra de la
ocupación militar de Nicaragua.
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El tratado Chamorro-Bryan
Este
ocurrió el 5 de agosto de 1914 a cargo del secretario de Estado de los Estados
Unidos, William Jennings Bryan, y el enviado extraordinario y ministro
plenipotenciario de Nicaragua, Emiliano Chamorro; este tratado consistió en lo
siguiente:
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Perpetuamente
Nicaragua concedía a Estados Unidos el derecho exclusivo y propietario para
que, cuando éste lo estimada conveniente, construyera, operara y mantuviera un
canal interoceánico por Nicaragua.
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En
99 años, Nicaragua daba en arriendo a Estados Unidos Las islas de Maíz y le concedía
el derecho a establecer, operar y mantener una base naval en cualquier parte
del Golfo de Fonseca que estuviera comprendida en su territorio. Ambas
concesiones se sujetarían exclusivamente a leyes y soberanía estadounidense.
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Al
momento de ratificarse el tratado, Nicaragua recibiría en concepto de pago por
la venta de su territorio, tres millones de dólares.
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Política del Gran Garrote (Big Stick)
Esta
política fue formulada por el presidente Teodoro Roosevelt (1901-1909), y tuvo
como antecedente la guerra hispano-cubana norteamericana, primera guerra
imperialista, que ocurrió precisamente en Cuba y trajo como resultado la
pérdida de la independencia al imponerse la República Neocolonial. Este tipo de
política consiste en el uso de la fuerza contra los países que se negaran a
aceptar sus ofertas "generosas". Cuba no fue el único país sobre el
cual cayeron las garras del águila del norte. A partir de ese momento se
aplicaría el Big Stick o Gran Garrote, caracterizada por las intervenciones
militares directas de los marines norteamericanos, en Santo Domingo, Panamá,
Nicaragua, México, Haití y Cuba.
Nicaragua
fue intervenida militarmente a partir de 1912 cuando 2.700 marines
norteamericanos invadieron Nicaragua “para proteger los intereses de Estados
Unidos durante un conato de revolución dirigido por el General Benjamín
Zeledón, dando comienzo a una ocupación que se mantendría casi continuamente
hasta 1933, siendo expulsados por el General Augusto C. Sandino y su Ejército
Defensor de la Soberanía Nacional.
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Política de la buena vecindad
Esta
nueva estrategia de dominación norteamericana, aparece como una fórmula
tendiente a no comprometer directamente a Estados Unidos en los asuntos
internos de los países latinoamericanos, por tal razón, se postuló el principio
de la no intervención. Desde entonces, la principal forma de penetración
imperialista en el continente tendría un carácter primordialmente económico y
la intervención militar pasaría a segundo plano. Por consiguiente, Estados
Unidos fomentó por varios rincones de América Latina la existencia de
dictaduras militares, a las que financiaría, asesoría y apertrecharía. La
imposición de regímenes militares entreguista y la formación de la guardia
nacional explicarían por sí mismo en qué consistía la política de la buena
vecindad.
Por citar un ejemplo, el Centroamérica la situación política figuraba
de la siguiente manera: En Guatemala, se implantó la de Jorge Ubico
(1931-1944); en El Salvador, la de Maximiliano Hernández Martínez (1935-1944);
en Honduras, la de Tiburcio Carías Andino (1935-1949); en Nicaragua, la de
Anastasio Somoza García y sus herederos (1934-1979), y la dictadura de Rafael
Leónidas Trujillo (1930-1961) en República Dominicana.
Referencia:
Borge, T.
(2009). Un grano de maíz. Conversando con Fidel Castro. Edición Peruana
Nicaragüense.
Colectivo de
asignatura de Geografía e Historia de Nicaragua. (2019). Dossier de Geografía e
Historia de Nicaragua. UNAN-Managua.
Díaz, A.
(2013). Las tres revoluciones independentistas de América desde la historia de
Nicaragua. Managua: Aldilá.
Equipo de
capacitación Departamento Managua, FSLN 2020. Tema 1: De Diriangén a Sandino.
Las raíces de nuestra rebeldía.
Fonseca Amador, C. (1981). Nicaragua Hora Cero. En Bajo la bandera del
sandinismo (pp.173-194). Managua: Editorial Nueva Nicaragua
Moncada, M.
(2002). La Restauración Conservadora. Periodo 1910-193. En Historia de
Nicaragua (pp.235-293). Managua: Editorial Ciencias Sociales.
Reyes
Monterrey, J. (1989). Apuntamientos básicos para el estudio de la historia
general de Nicaragua. León, Nicaragua: Editorial Universitaria.
Elaboración:
Lic.
Adolfo Díaz Pérez
Docente de Ciencias
Sociales
Facultad de Educación
e Idiomas
Managua,
marzo 2020.